Furas Colombia

Amarnos: un acto de liberación.

Por: Danna Pinzón-@tengo_tres_nombres

Soy una veinteañera con delirios de escritora, profesora, deseos de ser física y estilista que terminó deprimida, con ansiedad y al borde de desarrollar un trastorno alimenticio porque deseaba ser perfecta. Pero, ¿Perfecta según quién y qué estándares? Muy sencillo: según los estándares y estereotipos de la sociedad misógina y machista en la que vivimos. Me creía muy feminista desde mis 17 porque no permitía que los hombres ingresaran a mi vida sin límites y reglas, pero ¡sorpresa! cuando piensas estar deconstruida te das cuenta que ni siquiera te has deshecho de la primera capa de misoginia y odio arraigado que tienes en tu interior no solo hacia tus hermanas, sino hacia ti misma.

Esa ropa no se te ve bien porque muestras mucha carne, se te salen mucho los gorditos y que boleta, una niña bonita no se corta el cabello así, una niña no es lo suficientemente buena en matemáticas, ¿Otra vez la misma de siempre preguntando? ¿Por qué no entiende? Mejor que se quede callada, una mujer no puede pesar más de determinados kilos, que boleta ser más grande que los niños de la clase, que boleta estar más pesada que tu
pareja, ¿Vas a comer más?, ¿Todo eso solo para ti?, ¿No te diste cuenta que tienes celulitis?, te salieron estrías en el cuerpo por no cuidar la dieta, tienes que comer menos. Estos y muchos comentarios fueron y son parte de nuestro día a día. Además, no podemos olvidar todos los mensajes fuertes y claros que se hacen a través del lenguaje no verbal en medios de comunicación todo el tiempo; campañas de moda, maquillaje, etc. Con mujeres perfectas
hechas por hombres que desean vernos de esa forma.

Nunca cumpliremos las expectativas del mundo hecho por hombres a los que esperan que lleguemos. Nunca somos lo suficientemente buenas, sumisas, delgadas, inteligentes y bla bla bla. Como todo, las pequeñas ideas que se reproducen y vemos a diario poco a poco van entrando en nuestras mentes como las hormigas en la casa cuando hay comida tirada. Y como nunca somos perfectas nos odiamos a nosotras mismas por no ser capaces de tales hazañas.

Nos odiamos porque no tenemos el cuerpo 90, 60, 90 o el de una modelo de alta costura y decidimos iniciar a matarnos de hambre. Nos odiamos por no ser las mejores en ámbitos académicos, decidimos privarnos del sueño para lograrlo y el poco tiempo que nos queda para dormir en lugar de invertirlo en eso lo usamos para que nuestro aspecto físico sea perfecto. Estos no son más que ejemplos personales que estoy segura pueden aplicar a cada
una de ustedes en distintos niveles o incluso con distintas experiencias.

Nos acostumbramos a tratarnos mal constantemente, a insultarnos, a vernos feas, a que no merecemos nada bueno en nuestras vidas y lo mejor es conformarnos con lo que hay. Y cuando decidimos demostrar que sí podemos encajar, tenemos tantas hormigas en la cabeza que podemos desarrollar trastornos mentales o enfermedades físicas porque no somos capaces de cargar con todo eso. En conclusión, nos enseñaron a cuidar y amar a todos menos
a nosotras mismas.

Para que no nos sintamos tan mal por como somos, el capitalismo junto al patriarcado nos venden uno de sus inventos más innovadores y engañosos: El amor propio a través de la hipersexualización de nuestros cuerpos. Esta idea de que podemos aceptarnos a nosotras sin cambiar nada porque al final siempre, con una foto en redes sociales de nosotras luciendo sexis, podemos llenar el vacío constante que tenemos porque ahora existe la atención de muchas personas. O que utilizar nuestro cuerpo como un medio de producción para ganar dinero es una decisión propia y no puesta por el patriarcado para, como siempre, complacer a los hombres. Al final no nos sentimos realmente cómodas con estas fotos o sentimos algo sumamente pasajero porque obtenemos una aprobación igual
de pasajera. Pero todas sabemos que en el fondo no estamos bien, en el fondo la tristeza y el odio hacia una misma nos acompaña sin descanso alguno y ese hombre interior que tenemos todas nos repite sin falta que: No somos suficientes en ningún ámbito de nuestras vidas, que nadie nos quiere genuinamente, sino que quiere la forma en la que aparentamos ser; sabemos que no quieren a la auténtica que hay en cada una, la cual ocultamos y no dejamos hablar, quieren a la mujer que ellos han fabricado, la que es complaciente y sumisa.

El odio que me tenía a mí misma me llevaba a hacerme comentarios por el estilo de: no puedes tener una pareja porque eres muy fea, al menos este no era un comentario que hiciera explícitamente, sino más bien con comportamientos muy detallados. También, resaltaban los constantes insultos hacia mi persona por tener estrías, gorditos, tener que usar gafas, etc. Básicamente por no ser una modelo perfecta, mientras que al tiempo,
consideraba, tenía que ser la mejor en la academia. Es obvio que el tiempo no nos permite ser tantas cosas y en tanta “perfección” ¿Qué pasó al final se preguntaran? Termine en un cuadro depresivo con ideas suicidas por no poder ser lo suficientemente buena en mi carrera, mi vida personal y mi aspecto físico; un trastorno de ansiedad que me generaban ataques de pánico cada que algo de lo que planeaba no salía como lo previsto o pensamientos constantes de todas las cosas por hacer que tenía en mi cabeza que me arrebataron las pocas horas de sueño
que lograba conseguir; y por último, inicie a quitarme comidas por gorda o a tener atrancones de comida que me hacían sentir aún peor por comer, pero que eran inevitables porque me moría de hambre. Pero tranquilas, según yo todo estaba bien.

NADA ESTABA BIEN. Me rompí, deje de ser yo y termine llorando a diario con cero ganas de levantarme de mi cama ¿Para qué hacerlo si soy una mierda de ser humano que no merece nada? Y aquí amigas mías viene la parte más importante de esta experiencia, que espero pueda empatizar con ustedes: Mi mamá y mi papá decidieron llevarme a terapia. Lo primero que le conté a mi psicóloga, mujer que aprecio mucho, fueron todos mis planes de vida y lo inútil que al final fui como para llevarlos a cabo. Su respuesta nunca se me va a olvidar: MARICA, PERO USTED TIENE 20. Obvio mi vida que no eres capaz de hacer tantas cosas. NINGÚN ser humano es capaz de hacerlo. Para poder descubrir a esa mujer que escondí porque no era “suficiente” decidí hacerme preguntas sencillas como: ¿Cómo te
sientes? ¿Qué te agobia el día de hoy? Poco a poco fui descubriendo cosas sobre mí misma.

Como por ejemplo, que todas las cosas y lecturas que hacía en la universidad no me habían servido para NADA.

Nunca había interiorizado toda la filosofía, sociales, economía y demás que por tres años había leído. Lo segundo y más importante fue cuando mi psicóloga me preguntó porqué odiaba tanto mi aspecto físico y yo no supe dar respuesta.

Las siguientes palabras salieron de ella: ¿Usted se odia porque no tiene un cuerpo perfecto como los de los medios que son puras mentiras e inventos del sistema en el que estamos? ¿Usted no era que estudiaba humanas? Pues no parece. Aquí me di cuenta que mi papá había botado la plática de la universidad los últimos tres años porque yo no había aprendido nada. No había aprendido lo básico que le enseñan a toda y todo humanista: TODO ES UNA CONSTRUCCIÓN SOCIAL. Y la construcción social más horrible que puede existir en este mundo desde mi perspectiva como mujer es el género que nos imponen por serlo ¿Qué es el género? Todas las normas que debemos cumplir de las que les he hablado en 1330 palabras. Entendí, o más bien por fin aplique a mi vida dicho concepto gracias a la siguiente reflexión que lleve a cabo con mi psicóloga:

-¿Usted puede ver con los ojos que tiene?
-Si, borroso, pero si
-¿Usted puede pensar?
– Claramente si
-¿Usted es un ser humano capaz de hacer cualquier cosa que le pongan enfrente? Es más usted no necesita responderme esta pregunta, porque con todo lo que ha hecho hasta ahora, como mantenerse viva el último año, ha mostrado que SÍ es capaz. Usted no necesita responder a presiones maricas que le impone este sistema porque eso no es más que un engaño del capitalismo para que usted produzca.

Si amigas, mi psicóloga me salió anarquista o eso creo, no sé si a ella le gustaría que la llame así. Acto seguido mi tarea de terapia, además de continuar con diálogos constantes con la mujer que oculte, fue mirarme en un espejo y reconocer que allí había un ser humano que debía ser tratado con cariño y respeto. Reconocer cada peca, lunar, forma de los ojos, color, cejas, pestañas, cabello, senos, abdomen, piernas, mejor dicho todo, pero absolutamente todo lo que tenía. Y a cada uno de estos detalles agradecerles por existir y permitirme ser Danna. No crean que esto fue en un día, semana o mes, aún al día de hoy sigo reconociendo detalles de mi cuerpo que nunca note. Me dediqué a agradecerle a mi cuerpo por comer, por levantarse de la cama y por cada actividad o acción que llevaba a cabo en el día. Hasta que un día luego de mucho pude decirme “Te quiero de forma genuina, por fa no te lastimes que duele”. Poco a poco me tome cariño e inicie a cuidar de mí misma así como la sociedad me enseñó a cuidar de otros.

Empecé a conocer mis gustos, pasatiempos, las cosas que me gustaban, las que no y hasta ahora lo que considero más relevante: descubrí que las cosas no se hacen porque toca, se hacen por que se quiere y si no se quiere, pues no se hace. Piensen que constantemente nos repetimos entre nosotras que sin consentimiento no hay nada, pero ¿Nosotras nos preguntamos a nosotras mismas si verdadera y genuinamente queremos x o y cosa? No, no lo
hacemos. Nos cierran los ojos a una realidad invivible, si se puede llamar así, que nos lleva a atravesar experiencias como las mías. Y no necesito una encuesta que respalde todo lo que les estoy diciendo porque sus experiencias, las de mis amigas, la de mi hermana y la de las mujeres que salen en televisión o cualquier medio son suficientes para darnos cuenta que el patriarcado renueva sus formas para oprimirnos y tenernos controladas. Como ya no soportamos golpes físicos ahora nos golpean donde más duele: nuestro ser, nuestra alma, nuestras yo o como la quieran llamar. Nos rompen y nos rompen y vuelven y nos rompen y cuando creemos que ya nos armamos vuelven y nos rompen.

Pero al reconocernos y conocernos simplemente como seres humanos, como mujeres, que no deben jugar el mismo juego que los hombres en el que buscan destruir y acabar con todo lo que hay a su paso, sino que al contrario podemos hacer lo que mejor sabemos hacer: cuidarnos. No solo entre nosotras, a nosotras mismas, al entorno que nos rodea y así a cada ser. No necesitamos hipersexualizarnos para ser amadas, no necesitamos ser la mujer ideal
que día a día inventan los hombres que debemos ser, al contrario debemos construir nuestra propia mujer. Esa que escondimos y que no dejamos hablar porque calladita se ve más bonita. Esa con la que no hablamos porque probablemente no sea aceptada o no sea lo “suficientemente” buena para hacerlo. Esta experiencia y la terapia no solo me han demostrado que tanto física como mentalmente estoy muchísimo mejor. Sino que también es
muy relevante no caer en el juego del éxito como lo define el patriarcado y el capitalismo, por que los dos son como esos dos amigos que se rotan porno y se guardan todos sus secretos, es más importante que construyamos desde nosotras mismas y entre nosotras. Ustedes podrían preguntarse ¿Esto se podría considerar ser feminista? ¿Con esto estoy contribuyendo a la lucha? Y yo les diré que sí.

Bueno y ¿Qué razones tengo para afirmar esto? Muy sencillo, solo son dos: primero, dejar de desear lo que nos impone el capitalismo y el patriarcado a través del género, ni siquiera es desearlo porque a diario lo sentimos como imposiciones y cosas que tenemos que hacer más no que queremos, es empezar a abolirlo a partir de diálogos críticos con nosotras mismas que incluyan preguntas como: ¿Quiero hacer eso? ¿Verdaderamente quiero hacerlo o
más bien a los hombres les gusta que yo haga eso? ¿Me odio a mi misma porque no respondo a estándares de producción y deseo hacer todo un poco más lento y a mi paso? ¿Lo hago porque me siento presionada por ser más y más exitosa y perfecta? ¿Perfecta y exitosa según quién y porqué? Estas son solo algunas de las preguntas que me surgieron y aún hoy me surgen cada que planeo tomar una decisión en mi vida. Segundo, como dijo Peggy Kornegger: oponernos a toda organización y jerarquía patriarcal es un acto inconscientemente anarquista. Oponernos a las cosas que nos suceden en la cotidianidad es en donde empieza nuestra lucha y nuestro bienestar mental y físico pueden mejorar ¿Por qué seguir moviéndonos en un mundo de hombres que no están dispuestos a escucharnos? ¿Por qué mejor no decidimos movernos en nuestro mundo y con nuestras reglas? Empecemos por
cosas pequeñas como mirarnos en el espejo y reconocer cada parte de nuestro cuerpo, conozcamos nuestros ciclos, nuestro gustos, lo que nos da felicidad en pequeña o en gran medida, para que lado de la cama me gusta dormir y por último, empecemos hablar con la mujer que enterramos por miedo a ser rechazadas en este mundo de hombres.

En conclusión, sólo quiero recordarles que este camino claramente no es fácil y el hombre con el que crecimos diciéndonos qué hacer siempre estará ahí en nuestra cabeza para insultarnos y hacernos sentir mal por no ser x o y. Pero recuerden que siempre tendrán a sus amigas y que siempre nos tendremos entre nosotras, para recordarnos lo maravillosas que somos. Recuerden lo que dijo Shakira un día de enero: Ya vas a ver como van sanando poco a
poco las heridas. Ya vas a ver cómo nosotras mismas nos vamos amando y liberando.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

48 + = 55

Scroll al inicio